Termina una semana intensa. Para una floristería, la semana de Todos Santos es la más intensa del año. Son muchas horas, con frío, con nervios, comer de pie y rápido, llegar a casa tarde y salir de madrugada, estar trabajando en una montaña de palitos verdes, que cuando pasa un compañero a quitarlos, es un soplo de aire para seguir.
Pero además de todo lo que comporta el trabajo más físico, está el más importante que es el anímico. Ningún florista es de piedra. Estos días atendemos a nuestros clientes que se han convertido, por el paso de los años, en amigos.
Hay situaciones durísimas, que compartimos durante todo el año y que en estos días, esos sentimientos están a flor de piel y nosotras, en la medida de nuestras posibilidades, queremos mitigar y acompañar como podamos.
Nuestro trabajo se convierte en transmitir sentimientos en forma de flores. Los colores importan, las formas, los olores, todo. Cuando nos transmiten el encargo, intentamos captar todos esos detalles para crear. No sólo son flores, son mucho más, son sentimientos.
Hemos doblado viajes para que estuviera como se pensaba que saldría, no importa, lo hacemos muy a gusto. Hemos cambiado flores, porque el color no era ese y tampoco importa. Lo verdaderamente importante es que en este día en el que todos, nosotras también, tenemos a seres que recordar, lo hagamos como pensábamos que sería.
Por eso nuestro trabajo esta semana no es trabajo sin más, sino mucho más. Y con todo el respeto que merece, intentamos estar a la altura.
Con nuestros aciertos y errores, seguimos.
Gracias por vuestra confianza en nuestro trabajo.
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